Dificultades de Adaptación a la Enfermedad Física Crónica

Tratamientos dirigidos a niños, adolescentes y adultos:


Tras el diagnóstico de una enfermedad física crónica suele sobrevenir una fase de negación (“se trata de una equivocación o un diagnóstico equivocado y yo me voy a curar de esto”) seguida de una fase de indignación, donde los síntomas predominantes suelen ser la rabia o el miedo. Ambas fases se corresponden con las primeras reacciones a una situación de duelo y entrarían dentro de la respuesta esperable a una noticia de este calibre. Si el curso de estas reacciones se enquista en este punto, impidiendo una aceptación de la situación probablemente se genere un sufrimiento mayor.

La aceptación es un requisito fundamental para una óptima adaptación, y no es una cuestión fácil. Parte de la dificultad radica en la confusión de esta palabra con “resignación” cuando en realidad quiere decir todo lo contrario. Aceptamos la lluvia (sobre todo aquí en Galicia, ¡qué remedio!) y nos ponemos un impermeable o cogemos un paraguas para salir y fluir en el devenir de la vida. Otra cosa bien distinta es quedarse en casa quejándose y maldiciendo el tiempo, esto sólo nos proveerá de dosis más altas de amargura (que algunas personas combaten con dosis más altas de ansiolíticos y antidepresivos, y así su vida aún parece más miserable, y entonces toman más medicación, y así hasta el infinito). Aceptar es estar presentes cuando sale el sol, aunque sea poco, y descubrir no sólo el cuerpo, sino también el alma, sin intentar apegarnos a ese momento, sólo habitando en él. Otra cosa es quedarse otra vez en casa maldiciendo lo breve que será ese momento y perdérselo. La primera actitud es aceptación, la segunda resignación. Y como se puede comprobar son cosas bien diferentes.

El proceso de adaptación a una enfermedad crónica no es fácil, e influyen numerosas variables como:

  • El tipo de enfermedad y su grado de cronicidad.
  • Tipo de educación recibida por el paciente.
  • Variables culturales o idiosincráticas del entorno del paciente (¿cómo se interpretan y cuáles son las creencias que se mantienen sobre esa enfermedad?).
  • Las redes de apoyo social e institucional.
  • Factores de personalidad (¿se trata de una persona tendente a la melancolía y al aislamiento o es más proactiva y expansiva?).

La adecuada gestión de la actitud mental y las emociones que se suscitan ayudan enormemente a mejorar la calidad de vida de estas personas, en parte porque también se toman medidas sobre los aspectos más prácticos de la vida de estos pacientes, como actividades físicas permitidas, socialización exitosa, mayor compromiso y adherencia a los tratamientos médicos recomendados, normalización en lo posible de un estilo de vida anterior.

Para aquellas enfermedades crónicas que cursen con un grado de dolor significativo se enseñan técnicas para el manejo y gestión de ese dolor, tales como la hipnosis o el mindfulness.